¿Necesita España un Ministerio de Cultura?

Es la quiniela de moda esta semana: ¿habrá Ministerio de Cultura? ¿Puede la cultura sobrevivir sin un ministerio? Porque lo primero es diferenciar la política cultural y el hecho de que exista un órgano con rango ministerial al frente. Un político bromeaba ayer con el hecho de que Rajoy no dé pistas de sus intenciones: «Es malo para los periodistas (tan dados a especular) y para los candidatos a ministro». Y no aportan poca emoción las declaraciones de Pedro Almodóvar, que anteanoche prometió —con afán de congraciarse con el nuevo poder— «un beso en la boca» a quien sea designado ministro. Interesante panorama.

Pero la cultura está entre las grandes prioridades del PP. Porque su gestión y el potencial económico de las industrias culturales representan uno de los sectores en los que, si las cosas se hacen bien, puede haber un crecimiento importante. La estrategia anunciada durante la campaña electoral por José María Lassalle, responsable de cultura de los populares, tiene como objetivo sacar «pleno partido y rendimiento a la economía creativa en español. Si hoy representa un 4% del PIB, nuestra aspiración es conseguir que la cultura aporte como en EE.UU. el 12 % del PIB». Lassalle añadió en su conversación del pasado noviembre con ABC que «España tiene la gran suerte de compartir con el mundo iberoamericano la cultura en una lengua que utilizan 500 millones de personas hispanohablantes. Las posibilidades económicas que se abren para nuestro país requieren un trabajo muy ambicioso de impulso de las industrias creativas».

La clave, un gesto austero

Así que lo importante es cómo desarrollar esa estrategia. Todo apunta a que Rajoy tendrá un Gobierno de pocos ministerios, diez carteras a lo sumo. No tanto porque suponga un inmenso ahorro como por lo que tiene de mensaje de austeridad. Y se especula por ello con macrodepartamentos: muchos se inclinan a pensar en un gran ministerio económico sectorial (industria, comercio, innovación, energía…) y otro macroministerio del ramo cultural. De momento es pura especulación, pero…

Hasta hace poco había una opinión bien extendida y fundada sobre las bondades de llevar una subsecretaría de Cultura a la Moncloa, dependiendo directamente del presidente para subrayar el valor estratégico que el nuevo Gobierno le concede al sector. Hoy esa opción está casi descartada, por las complicaciones políticas que tendría. Pero a nadie se le escapa que Educación y Cultura no son, unidos, un macroministerio, ya que Educación tiene muchas competencias transferidas y Cultura no tiene un presupuesto de primer orden. Aun así, subsumir Cultura en otro departamento puede provocar el déficit político de visibilidad que ya produjo cuando de 1996 a 2004 el PP unió ambas carteras. ¿Merecerá la pena?

Acción exterior unificada

Sin embargo, Cultura sí se convertiría en un megaministerio si se le permite intervenir en toda la política cultural exterior. Desde el programa del PP se dice que la diplomacia cultural debe ser unificada, máxime en tiempos de recortes. Y Lassalle, en la citada entrevista, apostaba por el Cervantes: «Ha alcanzado la madurez que le permite interpretarse ambiciosamente. Tiene masa crítica como para ambicionar un papel mayor del que en estos momentos le corresponde. Ello requiere un trabajo transversal del Gobierno que implicará una apertura mayor a Iberoamérica».

Transversal, o es la reunión mensual de responsables ministeriales, poco operativa, o significa pasar la acción exterior a Cultura unificando en el Cervantes la Fundación Carolina y la sociedad estatal AC/E, como poco. Es probable que la misma persona sea designada para dirigir el organismo resultante, que sería un Cervantes más ambicioso, encargado de defender la marca España y las industrias creativas en el mundo.

Todo el mundo espera fricciones en ese cambio, si es que se produce, puesto que Exteriores mantiene su poder de decisión y gestión sobre muchas instituciones, como la Academia de España en Roma y las bienales de arte, además de nombrar a los consejeros culturales. ¿Regalará eso a Cultura? El éxito del modelo dependerá de cómo se realice el traspaso, de un modo que permita a Exteriores no sentirse amputado en sus competencias, involucrando o profesionalizando a los diplomáticos. En todo caso, la cultura seguirá siendo más grande y más libre que su ministerio.