7 preguntas para emprender en cultura

El tema de los emprendimientos culturales y creativos se está poniendo de moda. Países como Argentina, México y Colombia en particular están desarrollando políticas gubernamentales tendientes a estimular la creación y desarrollo de esta modalidad productiva. Pero ¿cómo se crea un emprendimiento de estas características?

 

1) ¿Mi idea puede ser un emprendimiento?: la propuesta de valor

No todas las ideas se pueden convertir en emprendimientos sustentables, pero no existen emprendimientos que no tengan una (buena) idea detrás. Emprender significa, entre muchas otras cosas, tener la capacidad de conectar una (buena) idea con los deseos, intereses y/0 necesidades de determinados públicos. Esa idea debe poder ser transformada en un elemento concreto – servicio o producto – que sea identificable como tal, es decir, que al tomar conocimiento de su existencia, ese público pueda ver con claridad sus beneficios y esté dispuesto a realizar un proceso de intercambio de valor por valor. Esa idea es una propuesta de valor que debe aún ser ponderada por los destinatarios a través de los procesos emprendedores.

 

 

2) ¿Qué ocurre con un emprendimiento?: Intercambio de valor por valor

Existen aún prejuicios en el campo cultural respecto de la posible “mercantilización” de la cultura al introducir el elemento emprendedor. Históricamente – aún mucho antes de existir el capitalismo – los humanos intercambiaron siempre valor por valor para satisfacer necesidades, deseos e intereses. El acto principal de emprender es crear las condiciones apropiadas para generar intercambios justos de valor por valor. Por eso la función principal de un emprendedor no es la venta (para eso están los vendedores) sino la creación de entornos apropiados para generar dichos intercambios. Y esta es la función principal de todo emprendimiento.

 

 

3) ¿Cómo verifico si mi idea es “emprendedora”?: Ecosistemas de valor

Emprender implica asumir riesgos y también invertir tiempo, esfuerzo, recursos, conocimientos y también emociones, expectativas y sueños. Se trata de buscar reducir los niveles de riesgo a partir de conocer y comprender las características de los entornos en los que operamos así como de nuestros (potenciales) interesados utilizando los mejores mecanismos de interacción. Entre los interesados se encuentran también proveedores, colegas, especialistas, instituciones y organismos de apoyo que conforman un ecosistema dinámico y cambiante. Un verdadero emprendedor es ante todo un gran investigador que busca entender las señales, tendencias y preferencias en esos ecosistemas a fin de crear certezas y reducir riesgos para así verificar la factibilidad de la idea.

 

 

4) ¿Tengo que hacer un “Plan de negocios?: El modelo de negocios

Lo que sustenta todo emprendimiento es el denominado “Modelo de negocios“, esto es, ¿de qué modo el emprendedor se imagina produciendo, distribuyendo y capturando valor? en interacción con los actores de determinados entornos. Todos y cada uno de estos procesos son complejos e intervienen múltiples factores internos y externos. El Modelo de negocios es el alma del emprendimiento que habrá de guiar al emprendedor más allá de las dificultades coyunturales. El Plan de negocios es la formalización y cuantificación de ese Modelo que tendrá múltiples funciones: a) servir de hoja de ruta para el emprendedor; b) ser un instrumento de comunicación tanto al interior de la organización así como con el exterior; c) ser un instrumento de control y validación de lo que se pretende hacer. No todo es predecible ni planificable, pero un instrumento de esta naturaleza genera certidumbre y facilita los diálogos e interacciones con terceros. Los modelos y planes de negocios debe ser flexibles y adaptarse a los rápidos cambios del entorno.

 

 

5) Los emprendimientos tradicionales trabajan sobre la posible demanda existente. ¿Cómo se emprende cuando no existe una clara demanda previa?: La construcción de públicos

La funcionalidad de una silla es indiscutible: podemos diferir en el grado de comodidad, en la calidad de los materiales o en la belleza del diseño. Pero una silla será siempre una silla. En cambio, la satisfacción de una propuesta de valor cultural o creativa sólo estará dada al momento de su “consumo”. Sólo al leer un libro, ver una puesta teatral, comer un plato típico o jugar un videojuego sabremos si nos satisface o no. Del mismo modo, nadie está esperando que un creativo o artista produzca una propuesta de valor en particular. Todo lo cual modifica de raíz el modo en que se plantean los modelos de negocios en las Industrias Culturales y Creativas. Gran parte del éxito de estos emprendimientos se asienta en la trayectoria y reconocimiento generados, debiendo para esto ser muy meticuloso en la construcción y acumulación de intangibles tales como el prestigio, el capital social y cultural, las redes y el buen nombre. Es decir, en la construcción de públicos en torno a la propuesta de valor que validen y faciliten los procesos de puesta en valor de nuestras propuestas.

 

 

6) ¿Qué lugar ocupan las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs)?: Las redes sociales

Es fundamental comprender que no estamos hablando aquí de los aspectos “duros” de la tecnología, sino de los modelos mentales utilizados para operarlas. Cuanto mejor comprendamos el espíritu de la época, que se aleja cada vez más de la lógica de la escasez característica de los modelos económicos neoliberales más nos introduciremos en la lógica de la abundancia característica de las redes sociales y de internet. Nuevamente: para obtener el máximo beneficio debemos abrir nuestras mentes a modelos de negocios basados en lógicas de abundancia, colaboración y circulación genuina de ideas, conocimientos y recursos. Y conocer sus usos y aplicaciones. Es la tendencia de la época. Gracias a las tecnologías se están modificando los roles de todos los participantes de los ecosistemas de valor: la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios culturales y creativos se concentran cada día menos en grandes empresas para dar lugar a miles de pequeños emprendimientos que logran tener alcances antes reservados para las grandes empresas, gracias a las interacciones que posibilitan las TICs.

 

 

7) Los bienes y servicios culturales y creativos ¿son productos?: Contenido y continente

Las propuestas de valor culturales y creativos poseen una importante dualidad: por un lado se trata de “objetos” o “situaciones” por las que se abona un determinado valor que habilita al interesado a acceder a su contenido y disfrutarlo. Posee una dimensión tangible, material o vivencial a la cual se le adjudica un valor de mercado conocido como precio. Pero no es esto en realidad lo que se “adquiere”, dado que generalmente no se compra un libro por la cantidad de papel o de tinta ni se compra la entrada al cine para alquilar la butaca. Se “adquiere” una suerte de derecho de uso o de vivencia de la propuesta de valor,esto significa poder acceder al contenido intangible que es en realidad lo que le interesa al público. Es la dimensión mágica de las propuestas de valor culturales y creativas encerradas en soportes físicos en unos casos, en la vivencia que ocurre durante un espectáculo escénico o una película o el disfrute que produce una comida, un recorrido turístico cultural o la visita a un museo. Esta dualidad es lo que permite determinar su valor como propuesta y su precio como bien o servicio en un determinado contexto que podemos llamar mercado. La complejidad reside en que no se adquiere la obra en sí misma, sino la representación de la idea convertida en un objeto, experiencia o similar.

 

 

 

 

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