Los Social Media y la Cultura: una puerta abierta a la esperanza

Nunca ha sido tan urgente y necesaria la promoción activa, decidida y sin tapujos de la cultura como en las penosas circunstancias en las que nos encontramos actualmente en nuestro maltrecho país. Penosas, digo, por la combinación de tres crisis superpuestas: la de nuestro a todas luces imperfecto sistema político heredado de la Transición, que tan atinadamente ha criticado el profesor Dalmacio Negro en su opus magnum ‘Historia de las formas del Estado‘ ; la socio-económica, que aunque haya tenido un origen internacional ha golpeado de forma especialmente virulenta a España por nuestro idiosincrático tejido productivo; y la moral y de valores, a la vez causa y efecto de las dos anteriores.

Y es que la Cultura con ‘C’ mayúscula – en la acepción más amplia y menos dogmática del término pero haciendo muy especial hincapié en la celebración de nuestro patrimonio cultural histórico y en las producciones culturales actuales de auténtico valor en campos como el cine, el teatro, la pintura, la música, la fotografía, la literatura, etc. – puede resultar un auténtico y estimulante bálsamo para nuestra sociedad así como una fuente inagotable de atracción turística e ingresos si al igual que Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos (por citar los tres países que mejor y más profundamente conozco) comprendemos de una vez por todas que puede atraer a las masas tanto como el ‘Sálvame’ (como epítome de la vulgaridad imperante) si ponemos los medios necesarios, la imaginación y las ganas para ello. Y no cabe duda de que las redes y medios sociales pueden y deben constituir la punta de lanza en acercar la cultura en todas sus formas a la gente y en convertir las múltiples manifestaciones culturales en opciones atractivas y atrayentes que además resulten económicamente viables.
Raimundo Madrazo (c. 1885) ‘Salida del baile de máscaras’ en el ‘museo 2.0′ Carmen Thyssen de Málaga

Y, en este sentido, creo que los profesionales de Internet y las Redes Sociales hemos de entonar el mea culpa. En nuestro afán por convertir a la parte online del Marketing en estrategia preferencial para marcas y empresas, hemos olvidado y a menudo dejado de lado las aplicaciones de nuestro trabajo en áreas como el Turismo y la Cultura (con honrosas excepciones, como los arquetípicos y excelentes proyectos ‘Visit Elche‘ o el museo Carmen Thyssen de Málaga) que más se pueden beneficiar de ello. Dejándonos quizás contagiar por el hastío generalizado y por el engañabobos de que la Cultura ha de ser necesariamente paniaguada y deficitaria, no hemos actuado con la misma celeridad y diligencia ni nos hemos postulado como soluciones viables con estrategias integradas que movilizaran y motivaran a la comunidad en torno al pasado y presente de nuestro acervo cultural. Si la cultura parece a veces un fenómeno reservado para las élites es precisamente porque los que más podemos y debemos hacer por popularizarla no estamos siempre a la altura de las circunstancias.

Existen, sin embargo, razones para el optimismo. Os comparto cuatro:

- He comprobado de primera mano en mi propia ciudad – Irún, con 61.300 habitantes – como la Opera y la Zarzuela conseguían llenar repetidamente nuestro centro cultural gracias a la labor de divulgación con un importante elemento online emprendido por una asociación lírica local. Como casi siempre, los patrocinadores supieron montarse pronto en el carro en cuanto el éxito de público y crítica se hizo manifiesto. A día de hoy ambas se han establecido como parte de una oferta cultural vibrante que resulta la envidia de otras localidades y hasta capitales de provincia de una mucho mayor población.

- Tal y como demuestra el caso de Mario Tascón y su novela ‘La Biblia Bastarda‘, los autores comprenden cada vez de forma más nítida que el que cada libro cuente con un espacio web como punto focal de una presencia en ocasiones más amplia en las redes sociales que galvanice a toda la comunidad interesada que está leyendo y opinando sobre la obra es una excelente idea. Los motivos van desde la famosa ‘viralización’ del mismo hasta el establecimiento de un nuevo vínculo entre el autor y sus lectores y canales alternativos de comunicación entre ambos.

- Cuando nos ponemos a ello, la Historia de España puede resultar tan atractiva y lucrativa como la de los países de nuestro entorno, como demuestra el reciente éxito comercial de la serie de TVE ‘Isabel‘ centrada en los apasionantes episodios relacionados con la vida de nuestra monarca más famosa y con cadenas de TV europeas y americanas haciendo cola para comprar sus derechos. Felicidades a TVE por dar los primeros pasos hacia la divulgación en redes de sus programas con la creación del hashtag en Twitter #isabelTVE y la apertura del necesario canal de Facebook que cuenta con más de 21.600 seguidores a día de hoy. Se puede hacer más y mejor pero estos son unos primeros pasos en la dirección correcta en los que esperemos se incida en el futuro.

- Aunque sea en muchos casos de forma incipiente y rudimentaria, la geolocalización – con Foursquare y Google Places a la cabeza – como un elemento fundamental en la popularización de todo tipo de centros culturales, cines, teatros, museos, galerías de arte, etc. va ganando terreno y convirtiéndose en una manera de compartir nuestra presencia en eventos culturales de interés (como por ejemplo el Festival Romano de nuestro Museo Oiasso el día 13) que actúan como acicates para los más remolones o aquellos a los que no les llega la información por otros medios.

La creatividad de la que tanto hacemos gala en el 2.0 se necesita más que nunca en el ámbito de la cultura. Para ello, es imprescindible una concienciación por parte de autoridades, fundaciones y productores culturales en general de que nuestro trabajo no es accesorio sino en la mayoría de los casos imprescindible para la viabilidad de muchos proyectos. Frente a la incultura en ocasiones activamente promovida desde algunos frentes, los social media nos ofrecen la posibilidad de conectar personas con eventos, cuadros, interpretaciones y expresiones culturales de todos los tipos y clases y para todos los gustos. Y es que nosotros también somos parte de una nueva cultura – la digital – que al igual que la humanística ha de escribirse ya con ‘C’ mayúscula.

Oscar del Santo