El arte que llena estadios de fútbol

Al director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, le gusta medir las visitas a las exposiciones comparándolas con el aforo del Camp Nou (100.000 personas). Llenar esos estadios imaginarios es el objetivo no enunciado que persiguen los responsables de los grandes museos españoles. Y lo cierto es que, a diferencia de tiempos remotos, cada vez son más los ciudadanos que optan por el arte como la mejor manera de ampliar conocimientos y pasar su tiempo de ocio. No es un fenómeno específico de España. La exposición Leonardo da Vinci. Pintor en la corte de Milán inaugurada el pasado miércoles en la National Gallery de Londres, agotó todos los pases hasta finales de diciembre 24 horas después de su apertura.

En España, el aumento de visitantes crece de manera imparable. En 2010, el incremento en los museos nacionales fue del 8% respecto a 2009. En lo que va de año es del 11%, sin contar con que en el periodo de vacaciones navideñas se experimenta un alza espectacular en las visitas. La última encuesta de hábitos culturales de los españoles recoge ese crecimiento y especifica que un 90% de las visitas se realizan por motivos no profesionales.

Enrique Varela, subdirector General de Museos Estatales, explica que el perfil del público nuevo que va a los museos es predominantemente femenino, y la edad media es de 42 años: mujer, adulta joven, que trabaja y tiene estudios superiores. Para estas mujeres, se trata de una actividad eminentemente social, realizada de un modo espontáneo, acompañado de pareja, hijos, familiares o amigos. Varela adelanta que, según un estudio que el Ministerio de Cultura dará a conocer en diciembre, la cultura en general y los museos en particular desarrollan una función de refugio, un remanso emocional, estético, ideológico o intelectual frente a las incertidumbres y el bombardeo de lo cotidiano que nos rodea.

La exposición que el Museo del Prado dedicó a Velázquez entre enero y marzo de 1990 resultó ser un acontecimiento sin precedentes en España por su repercusión y por el interés multitudinario que despertó. A lo largo de esos meses, las colas desbordaron el paseo del Prado. Por primera vez, se sobrepasaron los 500.000 visitantes -cinco estadios del Barça, que diría Zugaza- un número que entonces no soñaba alcanzar ningún museo.

Pero 21 años después, especialmente en la última década, las cosas han ido cambiando mucho para beneficio de la cultura. Los directores de museos, entregados a la clara misión de difundir sus colecciones, encontraron un filón económico también en la programación de exposiciones temporales. Aparte las muestras-espectáculo de las que tantas veces se quejó Philippe de Montebello, director del Metropolitan de Nueva York durante 30 años, las exposiciones que en este tiempo han arrasado en España y compiten en las listas internacionales de las más visitadas.

A la cabeza, y en los dos primeros puestos, aparece el nombre de Pablo Picasso. Picasso. Tradición y vanguardia, celebrada simultáneamente en el Prado y en el Reina Sofía, entre el 6 junio y el 25 septiembre de 2006, sumó 785.189 visitantes. La segunda permitió mostrar en España, en la sede del Reina Sofía, una parte esencial de los fondos del Museo Picasso de París. Entre febrero y mayo de 2008 la vieron 547.810 personas. Juan Muñoz, Sorolla, Manet, Goya, Tintoretto, Gauguin, los impresionistas o Antonio López copan los siguientes puestos. El caso del artista manchego -con 318.169 visitantes entre el 28 de junio y el 25 de septiembre de este año- ha supuesto un récord para la Fundación Thyssen. Cuando concluya en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde se puede ver actualmente, López puede adelantar varios puestos entre los más visitados.

¿Qué ingredientes ha de tener una exposición para lograr el interés masivo del público? Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, opina que más que el número, que también le interesa, lo importante es crear estructuras de mediación para que el visitante se apropie del relato expositivo. Y añade que los éxitos populares tienen un tirón muy importante porque a la gente le gusta ir a ver nombres que ya conoce. “Van a reconocer, más que a conocer”. En el caso de Picasso cree que el pintor malagueño es autor de una obra que puede sorprender una y otra vez.

A la hora de hacer la programación, Borja-Villel reconoce tener en cuenta al público, pero asegura que lo importante es el relato. “El público no es solo la mayoría. Busco al público compuesto por una multiplicidad de minorías. En tres años al frente de este museo, hemos logrado 1,5 millones de visitantes más”.

¿Seguirá siendo Picasso el rey de las exposiciones en los próximos años? “Seguramente sí, porque forma parte del imaginario colectivo como un ser sagrado y superior. Algo que también pasa con Van Gogh, por ejemplo”, concluye el director del Reina Sofía.